Alberto
Ruy Sánchez logró que su novela “Los jardines secretos de Mogador” sea una obra
sensorial, es decir, que las palabras no fueran solamente tinta sobre papel,
sino que traspasaran al lector y le permitieran sentir lo que sus personajes.
El
tema de la novela es en cierta manera sencillo, un hombre debe reconquistar a su pareja; pero lo que la hace
especial es la forma en que fue escrita. El narrador de la historia es al mismo
tiempo el protagonista de ella, por lo que se trata de una narrador
autodiegético. Por otra parte, el sentido de la narración es circular, ya que
el inicio es el final de la historia, pero a aparte de eso, la narración es
cronológica.
No
es una lectura fácil, ya que el lenguaje utilizado es poético. Por este motivo,
es que es necesario releer algunas partes para entender a qué se refiere. Sin
embargo, este elemento es lo que ayuda a crear cierta atmósfera, una atmósfera
llena de erotismo y pasión.
Toda
la historia se desarrolla en una tierra lejana llamada Mogador; por la lectura
parece que se encuentra en el Medio Oriente, sin embargo, jamás se especifica
su ubicación exacta. Ahí, el protagonista encuentra a Jassiba, una mujer que
heredó de su abuela y padre la pasión por los jardines. Los dos jóvenes sienten
gran amor y deseo mutuo pero cuando Jassiba queda embarazada, se da cuenta que
no sólo su cuerpo se va transformando, sino también sus deseos. Sus sentimientos
por él son diferentes a los de hacía unos meses, y es así que decidió darle un
reto.
El
reto se basa en las narraciones “Las mil y una noches” y “Las nuevas noches de
Shajrazad”. A esto se le conoce como alusión, un ejemplo de hipertextualidad (hacer referencia de
un texto en otro). Jassiba le advierte a su pareja: “no me volverás a tocar si no vienes a describirme cada noche uno de
los jardines de Mogador” y le aclaró que no podían ser jardines evidentes y
tampoco inventados. Lo que ella le pide es que la reconquiste como los
personajes en esas narraciones.
Él
comienza la búsqueda a pesar de que sabe esa era una tarea muy difícil, “tan difícil como… contar piedras del río en
movimiento”. A partir de ese momento Ruy Sánchez hace uso de la metaficción, un recurso literario que
se resume en “un relato dentro de otro relato”.
Dentro
de la historia original, se insertan 27 historias sobre los jardines que va
descubriendo. Estos jardines no son nada convencionales ni se encuentran a
simple vista, por ejemplo en algunos sus componentes ni siquiera son plantas,
sino que son saltamontes, argumentos, vientos o rocas; o se encuentran en
lugares como en las palmas de la mano, en el bordado de un vestido o en el
centro de una manzana. Estos jardines en sí son interesantes, pero más lo es la
forma en que el protagonista logra una relación entre ellos y su amada, su
deseo, su amor… Es así que los jardines se convierten en espacios íntimos.
“Los
jardines secretos de Mogador” se trata de una novela poética, llena de símbolos
que despiertan la imaginación. Lo que la hace especial es el uso de un lenguaje
poético, de la metaficción e hipertextualidad. También por las analepsis
utilizadas para contar la historia de cómo se conocieron estos personajes o el
pasado de Jassiba.
Sin
duda, el lector se encontrará con una obra que gira en torno a la sensualidad, sin
dejar de lado el romanticismo; pues en palabras del halaiquí de Mogador (contador
de historias) “ésta es la historia de un hombre que
se convirtió en una voz para habitar el cuerpo de su amada”.