viernes, 2 de mayo de 2014

“Los jardines secretos de Mogador” de Alberto Ruy Sánchez

Alberto Ruy Sánchez logró que su novela “Los jardines secretos de Mogador” sea una obra sensorial, es decir, que las palabras no fueran solamente tinta sobre papel, sino que traspasaran al lector y le permitieran sentir lo que sus personajes.

El tema de la novela es en cierta manera sencillo, un hombre debe  reconquistar a su pareja; pero lo que la hace especial es la forma en que fue escrita. El narrador de la historia es al mismo tiempo el protagonista de ella, por lo que se trata de una narrador autodiegético. Por otra parte, el sentido de la narración es circular, ya que el inicio es el final de la historia, pero a aparte de eso, la narración es cronológica.

No es una lectura fácil, ya que el lenguaje utilizado es poético. Por este motivo, es que es necesario releer algunas partes para entender a qué se refiere. Sin embargo, este elemento es lo que ayuda a crear cierta atmósfera, una atmósfera llena de erotismo y pasión.

Toda la historia se desarrolla en una tierra lejana llamada Mogador; por la lectura parece que se encuentra en el Medio Oriente, sin embargo, jamás se especifica su ubicación exacta. Ahí, el protagonista encuentra a Jassiba, una mujer que heredó de su abuela y padre la pasión por los jardines. Los dos jóvenes sienten gran amor y deseo mutuo pero cuando Jassiba queda embarazada, se da cuenta que no sólo su cuerpo se va transformando, sino también sus deseos. Sus sentimientos por él son diferentes a los de hacía unos meses, y es así que decidió darle un reto.

El reto se basa en las narraciones “Las mil y una noches” y “Las nuevas noches de Shajrazad”. A esto se le conoce como alusión, un ejemplo de hipertextualidad (hacer referencia de un texto en otro). Jassiba le advierte a su pareja: “no me volverás a tocar si no vienes a describirme cada noche uno de los jardines de Mogador” y le aclaró que no podían ser jardines evidentes y tampoco inventados. Lo que ella le pide es que la reconquiste como los personajes en esas narraciones.

Él comienza la búsqueda a pesar de que sabe esa era una tarea muy difícil, “tan difícil como… contar piedras del río en movimiento”. A partir de ese momento Ruy Sánchez hace uso de la metaficción, un recurso literario que se resume en “un relato dentro de otro relato”.

Dentro de la historia original, se insertan 27 historias sobre los jardines que va descubriendo. Estos jardines no son nada convencionales ni se encuentran a simple vista, por ejemplo en algunos sus componentes ni siquiera son plantas, sino que son saltamontes, argumentos, vientos o rocas; o se encuentran en lugares como en las palmas de la mano, en el bordado de un vestido o en el centro de una manzana. Estos jardines en sí son interesantes, pero más lo es la forma en que el protagonista logra una relación entre ellos y su amada, su deseo, su amor… Es así que los jardines se convierten en espacios íntimos.

“Los jardines secretos de Mogador” se trata de una novela poética, llena de símbolos que despiertan la imaginación. Lo que la hace especial es el uso de un lenguaje poético, de la metaficción e hipertextualidad. También por las analepsis utilizadas para contar la historia de cómo se conocieron estos personajes o el pasado de Jassiba.

Sin duda, el lector se encontrará con una obra que gira en torno a la sensualidad, sin dejar de lado el romanticismo; pues en palabras del halaiquí de Mogador (contador de historias) “ésta es la historia de un hombre que se convirtió en una voz para habitar el cuerpo de su amada”. 

"Arrepentimiento"- cuento circular

Junto con mi compañera Gaby Moreno, escribí esta historia que tiene un sentido narrativo circular y el uso de analepsis (miradas al pasado).

Arrepentimiento

El Sr. Francisco yacía en su cama, su rostro estaba cubierto por lágrimas y en sus ojos podía verse dolor y arrepentimiento. Esa mañana, estando en el jardín, sintió un dolor como nunca antes, sintió que su pecho se comprimía impidiéndole respirar; la vista se le nublaba y el mundo parecía dar vueltas. Un nudo en la garganta le impedía emitir cualquier sonido y aunque hubiera podido dar un grito de auxilio, de nada hubiera servido, la casa estaba vacía. Pensó en recostarse en su cama hasta que el dolor desapareciera, se levantó de la mecedora y abandonó el jardín. Caminó dificultosamente, dando tumbos, apoyándose en los muebles de su casa. Al llegar al pasillo que conducía a su habitación, se tambaleó pero al aferrarse a la pared evitó una caída de la que no hubiera podido levantarse. Al fin llegó a su cama y se recostó del lado izquierdo con la vista al techo. Todo seguía dando vueltas. Estando ahí acostado dejó caer su cabeza hacia un costado, dirigiendo la mirada hacia el lugar donde durmió su esposa por 53 años y que ahora se encontraba vacío. No le costaba trabajo recordar su rostro iluminado por los rayos del sol que entraban por la ventana cada mañana. Le gustaba verla dormir aunque al momento en que comenzaba a despertar él se volteaba y fingía seguir dormido. No era la única ocasión en la que ocultaba sus sentimientos, la amaba, pero jamás lo demostraba. El Sr. Francisco era un hombre reservado y adusto, no se le vería llorar, decirle una palabra dulce a su esposa o dándole un abrazo a sus hijos. Una tarde, ella no soportó más su frialdad y se derrumbó. Al regresar del trabajo la encontró llorando mientras ponía la mesa. Quiso acercarse a ella y preguntarle qué era lo que le pasaba, abrazarla, consolarla, pero las únicas palabras que salieron de su boca fueron “¿Ya está lista la cena?”. Ahora que se encontraba solo, reconocía que él pudo evitarle esa tristeza a su esposa, que decir te quiero no era tan difícil después de todo. Pero ya era muy tarde.

El dolor que sentía en el pecho no era tan grande como el que emanaba de su corazón. Ahí estaba él, triste, agonizante y solo. Podría haber sido diferente, y él lo sabía. Podría estar rodeado de su familia, con sus hijos acompañándolo y sosteniendo su mano. Pero no, él los había alejado a todos, o mejor dicho, nunca intentó acercarse a ellos. Uno de los ejemplos más claros eran los cumpleaños. El Sr. Francisco sabía que en aquellos días especiales su esposa organizaría una pequeña fiesta en su casa, prepararía un pastel e invitaría a amigos. Era el cumpleaños número diez de su hijo mayor Manuel, su esposa había pasado toda la mañana con la decoración. Él había prometido llegar temprano del trabajo para acompañarlos en la celebración, es más, hacía una semana que le había comprado un regalo. Sin embargo, el Sr. Francisco no llegó hasta la noche, ya que todo había terminado. No es que no quisiera ir pero empezó a cuestionarse que diría al llegar, cómo se comportaría, cómo lo verían los demás si mostraba sus sentimientos. Así fue como sus hijos se fueron desilusionando de él, y poco a poco dejaron de darle importancia a lo que su papá hiciera.

Las lágrimas corrían por sus mejillas mientras la herida en su corazón se agrandaba con cada recuerdo. Ya no distinguía si el dolor en el pecho era físico o provenía de su interior. De cualquier forma no podría aliviarlo. El Sr. Francisco terminaría sus días lamentándose. 

domingo, 6 de abril de 2014

“Trabajos del reino” de Yuri Herrera

Con el libro “Trabajos del reino”, Yuri Herrera trata un asunto que surgió en México desde hace muchos años y hasta la fecha sigue teniendo un gran impacto en toda la población: el narcotráfico. Lo que hace interesante esta lectura es cómo el autor maneja el tema ya que en ningún momento menciona nombres concretos como si fuera un texto periodístico ni siquiera aparece la palabra narcotráfico; lo que hace es mostrarnos ese mundo como si fuera un reino, conformado por un Rey y una Corte, donde los Vasallos cumplen con los trabajos encomendados con tal de estar bien. Es a través de símbolos asociados con un reino que nos describe cómo es la vida dentro de un cártel, que en este caso, tiene lugar en la frontera con Estados Unidos.

En cuanto a la estructura de la novela, ésta es relatada por un narrador heterodiegético (en tercera persona), es decir, por alguien que es no es un personaje en la historia pero que sabe todo de ella. El sentido de la narración es lineal porque la historia se organiza de manera cronológica y casi al inicio se utiliza la analepsis cuando el protagonista, Lobo (también llamado Artista), relata que en su infancia fueron sus padres quienes lo llevaron a las calles a ganar dinero al interpretar ciertas melodías y fue así como terminó cantando corridos en las cantinas.

La vida en la calle era muy difícil, por lo que cuando Lobo conoció en una cantina al Rey y parte de su Corte quedó fascinado. No dudo en acercarse a su Palacio, que se encontraba cerca de un desierto y era “sostenido en columnas, con estatuas y pinturas en cada habitación”. Después de interpretar unos corridos para los presentes en la fiesta, fue reconocido como el Artista, lo que significaba que de ahora en adelante formaba parte de ese reino. Su labor era componer corridos inspirados en las historias de los distintos personajes que vivían ahí, como el Doctor, el Pocho y el Gringo, pero eso sí, jamás se olvidaba de incluir a quien hacía todo posible: el Rey. Poco a poco Artista fue descubriendo cómo es que funcionaba todo dentro del reino, cada quien tenía ciertos trabajos designados, las mujeres que habitaban en el lugar servían para complacer a todo hombre que así lo quisiera, como la Niña, y los asesinatos eran algo común. Al Palacio llegaban todo tipo de personas como “policías en busca de su cuota”, gente que iba a pedir favores y hasta un Padre que prestaba auxilios a la Corte con tal de que el Rey financiara la construcción de iglesias.

Para el Artista, no había lugar mejor para vivir y no había mejor persona con un gran corazón que el Rey. Sin embargo, como en todo reino, había enemigos quienes buscaban quitarle el poder al Rey, y de acuerdo con el Periodista no se había logrado la alianza con un capo y un Traidor se encontraba en el reino, por lo que la guerra estaría a punto de empezar. Es así que se le encomienda al Artista ir a una fiesta donde averiguaría quien conspiraba dentro del reino. Cantó algunos corridos, y se dio cuenta que el Heredero era el enemigo; sin embargo, no le contó nada al Rey. Éste se sintió traicionado, y más cuando creyó que el Artista divulgaba que no podía tener descendencia, por lo que lo manda matar. Artista logra escapar del Palacio junto con una mujer llamada Cualquiera. Al poco tiempo, se entera que el Rey es capturado y un nuevo reino surge; pero él regresa a cantar en las cantinas.

Como es posible ver, los personajes no tienen un nombre, sino apodos de acuerdo al papel que juegan dentro del cártel, por ejemplo, el Gerente y el Joyero. Considero que la idea del autor era que al no ponerles nombres permitiría al lector imaginarse cómo está organizado cualquier cártel y no enfocarse en alguno específico como si fuera una nota periodística. El lenguaje empleado es coloquial y hay términos característicos de ese mundo como “bajar” que se refiere a matar o “mula” quien es quien pasa mercancía a Estados Unidos. Hay partes de la novela en que el lenguaje parece ser poético lo cual puede dificultar su comprensión pero la misma lectura ayuda a no perderse.

A lo largo de la novela, que está conformada por capítulos cortos, la tensión es constante y se puede sentir cómo el Artista pasa de sentir gran admiración a ver claramente la realidad y sentir miedo por su vida. El autor deja claro como dentro de un mismo cártel hay una lucha de poder debido a que es un mundo basado en la ambición.

“Trabajos del reino” es una lectura recomendable ya que habla del narcotráfico, un tema muy presente en nuestros días como mexicanos, pero lo hace de una manera diferente e intrigante que provoca que el lector quiera seguir leyendo hasta el desenlace. 

lunes, 31 de marzo de 2014

Actividad: Cuento metaficcional

Desaparecer

Se acercaba la fecha de entrega, su editor, el señor Ortega,  había sido muy claro en que ya no le podía dar más tiempo. Cierto era que sus libros habían cautivado a miles de personas, pero hacía un año que sufría de, lo que él denominaba, un bloqueo literario. Podía pasar horas frente a su máquina de escribir, de vez en cuando sentía que la inspiración regresaba a él, sin embargo, esas pocas palabras en el papel en un momento parecían no tener sentido. Quitaba la hoja de la máquina y descargaba su frustración arrugándola y arrojándola al suelo. Tenía exactamente cuarenta y seis días para escribir una historia atrayente. Al inicio de su carrera esto hubiera sido una tarea fácil, ahora existía la presión de la fama y de su editor recordándole con cada llamada telefónica los millones de pesos que perderían. Sin duda, el deseo de desaparecer era constante. Tal vez dormir un rato lo ayudaría, tal vez es así como la historia que por mucho tiempo estuvo esperando por fin llegaría.

Sus dedos comenzaron a presionar las teclas velozmente, como si no quisiera perder ni un detalle de lo que pasaba por su cabeza. El protagonista era un hombre de alrededor de unos treinta años de edad, aunque su aspecto quizás le agregaría unos diez años más. Era solitario pero a él le gustaba serlo, no sentía la necesidad de tener a su lado a alguien más como para que su vida estuviera completa, decía que él mismo era más que suficiente. Dedicaba gran parte de su vida al trabajo, no había ninguna otra prioridad. Fue así como se convirtió en uno de los hombres más ricos de la ciudad, eso sí, no dejó de caracterizarse por su sencillez. Cada mañana pasaba a comprar el periódico a un puesto atendido por una joven pareja. Eran humildes, y quizá la conversación privada de banalidades que tenía con ellos, y que duraba un par de minutos, era de las que más disfrutaba aquel hombre.

Sin embargo, una mañana, un señor mayor que portaba un traje negro y llevaba un portafolio de piel se acercó a la pareja. No era alguien familiar, por lo que los desconcertó que les entregara un sobre blanco. Simplemente les dijo que ese sobre cambiaría sus vidas. En cuanto se fue, la pareja sacó las hojas que contenía. Sus ojos reflejaban incredulidad ante lo que leían, aquel hombre que sin falta compraba su periódico cada mañana, dejó dicho en su testamento que al morir, sus bienes pasarían a ellos. El día había llegado; la pareja no sabía que sentir al respecto. Apenas y lo conocían, ¿y ahora disfrutarían de lo que tuvo en vida? En el sobre había una carta firmada por el testador que no explicaba el porqué de la decisión pero les pedía que no incumplieran su voluntad. Indicaba que se mudaran a lo que había sido su hogar y dispusieran de sus bienes como quisieran, sólo bajo una condición; al llegar a la casa se encontrarían con un sirviente a quien por ningún motivo podrían expulsar. Pensaron que eso no era ningún problema.

La pareja llegó a su nueva casa. Dos salas, un comedor, una cocina, cinco habitaciones, seis baños, todo decorado lujosamente. Después del recorrido, se instalaron en el lugar y acomodaron las pocas pertenencias que traían. Pensaron que el sirviente mencionado en la carta se presentaría pero no fue así. Parecía estar encerrado en una habitación a lado de la cocina. Al pasar los días, la pareja se dio cuenta que su comportamiento era extraño, no se dejaba ver pero percibían que era un ser sombrío. Casi nunca salía de la habitación, sólo lo hacía cuando necesitaba algo de la cocina y esperaba que la pareja no estuviera cerca. Ese hombre infundía miedo en los nuevos dueños, se escuchaban ruidos extraños provenientes de aquel cuarto, pero no podían hacer algo al respecto.

Habían pasado ya cuarenta días desde la mudanza, pero la pareja no sentía ese lugar como su hogar. Había un miedo latente, el aire era denso y aunque fuera un día soleado, en el interior se sentía oscuridad. Lo que en un inicio pareció una bendición, ahora era un tormento. Estando sentados en la sala, escucharon pasos aproximándose. El latido de sus corazones se aceleraba y sus miradas se dirigían hacia la cocina. Veían como una silueta se iba acercando. El sol poco a poco comenzó a revelar la imagen del sirviente. Un grito quería salir de las gargantas de los jóvenes y fue hasta que quedó al descubierto el rostro de ese hombre que el estruendoso sonido inundó la casa. El hombre que les había legado la casa tomó el teléfono y dijo “ya está terminada la historia Ortega, sólo necesitaba desaparecer unos días”.

Actividad: Perfil de personaje

Rafaela pertenecía a una familia adinerada, hija del respetado doctor Iván Hierro, eminente cardiólogo, y de Rosario Montiel, elegante dama que asistía a diversos eventos sociales pero cuya prioridad era su hogar. Ambos eran mexicanos, pero desde 1990, año en el que nació Rafaela, se mudaron a Estados Unidos por una oferta de trabajo que el doctor Hierro no pudo rechazar.

Rafaela tuvo una infancia feliz, comparada con la de otros niños, ella jamás pasó carencias, y al ser hija única sus padres procuraban darle siempre lo mejor, pero sin pasar el límite de malcriarla. Fue educada de manera disciplinada y con la creencia de que ella podría lograr lo que quisiera que se propusiera si trabajaba arduamente y daba su mejor esfuerzo. Rafaela amaba y admiraba a sus padres, sin duda decepcionarlos sería lo peor que le pudiera pasar. Así, desde sus doce años había tomado la decisión de seguir los pasos de su padre y convertirse en una excelente doctora. Con este pensamiento, pasaron los años e ingresó a la escuela de medicina donde era de las mejores de su clase, la medicina era su pasión, aunque de vez en cuando en la clase de dermatología ponían imágenes que le revolvían el estómago. Prefirió ser médico general que especializarse, pues quería ayudar a la mayor cantidad de personas que pudiera, y pensó que ese era el camino.

Una vez que Rafaela comenzó a ejercer, en su interior sentía que ella era capaz de hacer algo más, sentía que su vida se estaba estancando. Varios días pensando y reflexionando que hacer, la llevaron a la conclusión de que su deseo de servir a los demás era más grande que vivir en las comodidades de su hogar. Así fue que en una noche, alrededor de la una de la mañana, decidió enlistarse en el ejército como médico militar. Sabía que con esto renunciaba a la visita mensual a la estética para mantener su cabello negro a la altura del hombro, a disfrutar del delicioso aroma de café y pan recién horneado que se desprendía de la cafetería donde le gustaba desayunar, antes de ir al hospital, a las idas al cine para ver cada comedia romántica que se estrenara… lo que no extrañaría sería al gato del vecino que maullaba casi toda la noche y a veces no la dejaba dormir o la sopa de cebolla que su tía hacía para las reuniones familiares.

Quien viera a Rafaela diría que su aspecto físico no encajaba con la imagen de la guerra, por ser de complexión pequeña, pero quien verdaderamente la conociera sabía que en su interior era una mujer fuerte, solidaria, comprometida y determinada a cumplir lo que se propusiera, así fue como sus padres la habían educado y esa era su filosofía de vida.

La decisión de ir a la guerra parecía hacerla sentir satisfecha; sin embargo, su pensamiento se vio interrumpido por la imagen de sus padres. Visualizó una fotografía familiar colocada en una mesa de la sala. Era su favorita, fue tomada en su cumpleaños número ocho, sus padres la abrazaban y sus rostros estaban iluminados por una sonrisa de oreja a oreja.  Seguramente, ellos jamás hubieran imaginado que esa pequeña niña de ojos cafés pensara en ir a la guerra. Es cierto que ellos le habían inculcado valores como la valentía y a apoyar a los demás, pero no hubieran pensado que eso es lo que impulsaría a Rafaela a ir a un destino peligroso y ciertamente opuesto a su forma de vida. ¿Cuál sería la mejor manera de decirles que después veinticuatro años sin separarse partiría sin tener la certeza de un futuro reencuentro?

Sabía que sin importar como se los dijera, esta noticia los tomaría por sorpresa, entonces no había razón para postergar algo así; platicaría con ellos al día siguiente. Planeó hacerlo después de terminar con sus consultas pues como médico, sus pacientes eran su prioridad.
8:27 de la noche, Rafaela no podía dejar de ver su reloj plateado que, a diferencia de los demás, lo usaba en la muñeca derecha sólo porque así le gustaba más. Habían terminado de cenar y justo se encontraban a la mitad del postre, unos panquecitos de plátano especialidad de su mamá. De repente, Rafaela sintió la necesidad de hablar. “Mamá, papá… tengo algo muy importante que decirles”. Ambos, dejaron lo que estaban haciendo y se concentraron en su hija; el Dr. Hierro tomó la palabra y tranquilamente preguntó qué es lo que ocurría. “He pensado mucho en esto, sé que no será fácil de entender lo que les voy a decir”. Poco a poco, los rostros de sus padres comenzaron a reflejar cierta angustia, ¿algo grave le pasaba a su hija? Rafaela continúo sin titubear: “He tomado la decisión de enlistarme en el ejército para convertirme en médico militar”. Ella suspiró y pensó “Listo, lo dije”. Sin embargo, sabía que esto era sólo el comienzo.

Pasó casi un minuto de silencio, lo único que se escuchaba era el antiguo reloj de pared que se encontraba en el comedor. En esta ocasión fue su mamá quien empezó a hablar “¿qué estás diciendo? ¿A la guerra? ¿Por qué?” Sin duda, no tenía la calma que la caracterizaba. Rafaela les explicó que hace unas semanas, mientras acompañaba a su mamá a comprar un vestido para un evento, en el centro comercial vio un letrero que decía “Your country needs you”. Cuando su mamá se encontró con una de sus amigas, con la excusa de ir al tocador, se dirigió a la mesa donde se encontraban dos militares. Ellos le dijeron que lamentablemente, al noroeste de Pakistán, hacían falta médicos que atendieran a los soldados heridos; y debido a esto varios fallecían. Ella se conmovió y algo en su interior hizo que preguntara qué es lo que se necesitaba para enlistarse. Pensó que tal vez los militares no la tomarían en serio, pues cuantas mujeres con tacones, si bien de sólo cinco centímetros de alto que le permitían estar cómoda sin dejar de sentirse femenina, se acercaban a pedir informes. Sin embargo, ellos no hicieron ningún gesto de desagrado.

En seguida, su mamá le dijo “aun no entiendo por qué tú debes ir, por qué precisamente tú. Aquí tienes todo, estamos tu papá y yo. Y si no te sientes a gusto en el hospital, podemos buscar otra opción pero no te arriesgues de esa manera”. Rafaela sólo pudo decir que sentía que podía dar  mucho más, que las habilidades y conocimientos que uno tiene no son para guardarlos, son para compartirlos; al ir a la guerra ella sentiría que está dando lo mejor de sí y eso la llenaría. Mientras tanto, su padre permaneció callado, escuchando cada palabra. Al terminar, él se levantó de su asiento y fue a su cuarto. Su madre lo siguió.

Rafaela se dirigió a la sala y observó por un largo tiempo la fotografía que una noche anterior había recordado. En eso, sintió que sus padres entraron a la habitación, se le acercaron y se abrazaron. Pasaron así unos minutos, Rafaela le encantaba como la loción de su padre se mezclaba con el delicado perfume de su madre, los besó en la mejilla dejando marcado su labial rosa claro. Al separarse su padre preguntó “¿cuándo te irías?”, ella respondió “pronto”. 

domingo, 2 de marzo de 2014

"Llamadas de Ámsterdam" de Juan Villoro

Juan Villoro relata en “Llamadas de Ámsterdam” una historia de amor que no termina en un vivieron felices para siempre. Juan Jesús y Nuria estuvieron juntos por diez años y debido a ciertas circunstancias que se les presentaron, deciden separarse. Después de siete años vuelven a reencontrarse pero cada uno ha hecho su vida, por lo que es prácticamente imposible que vuelvan a estar juntos.

El sentido de esta narración es circular, ya que al inicio del relato nos presentan el final de la historia, y después hacen una reconstrucción cronológica de los hechos. El narrador de esta novela es heterodiegético, también conocido como omnisciente, pues está relatada en tercera persona, por alguien que sin ser parte de la historia conoce muy bien cada detalle. De esta manera es que podemos saber como es el México en el que viven los personajes y también nos da la oportunidad de conocerlos.

“Llamadas de Ámsterdam” se caracteriza por la descripción que se hace de los personajes, especialmente de Juan Jesús, Nuria Benavides y Felipe Benavides, su padre. Primeramente, Juan Jesús se dedicaba a trabajos de diseño gráfico, pero su verdadera pasión se encontraba en la pintura. Debido a fuertes críticas que recibió por sus obras, dejo de creer en sí mismo. A lo largo de la lectura se puede percibir que es un hombre que tiene muchas dudas sobre sí, lo que lo lleva a cuestionarse su pasado y a arrepentirse de cosas que hizo. Es por ello que después de varios años trata de recuperar su relación con Nuria; aunque al final se dará cuenta que no es posible. Por otra parte, Nuria era una profesionista que provenía de una familia bien acomodada. Era una mujer optimista y trabajadora; y en la lectura se deja ver que ella tenía mucha fe en Juan Jesús. Ella no se deja abatir por los problemas que se le presentan en la vida; por el contrario, hace todo lo que esté en sus manos para salir adelante y ayudar a los demás. Finalmente está Felipe Benavides, padre de Nuria y quien había sido senador priista. Él se caracterizaba por ser un señor fuerte, disciplinado, distinguido y que sabía relacionarse en el ámbito político; su mayor logro era que había conseguido la adoración de sus cinco hijas y esposa. A Felipe Benavides no le agradaba que su hija estuviera con Juan Jesús, por lo que tenían una mala relación.

Otro punto importante de esta novela es el contexto en el que se desarrolla. Juan Villoro no describe exhaustivamente cómo es el México de ese entonces, pero con los pequeños detalles que da podemos darnos cuenta de que se trata de un país muy parecido al de ahora. Ya que Felipe Benavides forma parte del mundo político de México, es que sabemos que en ese entonces el sistema de gobierno se dejaba llevar por las relaciones de amistad. Además, ya existía la preocupación por la inseguridad y de que el gobierno hacia poco para solucionar dicho problema.

Con respecto a la trama, como lo mencioné anteriormente, Nuria se caracterizaba por brindarle su total apoyo a Juan Jesús, y ejemplo de ello fue que sin dudarlo ni un segundo decidió dejar su vida en México y seguirlo a Ámsterdam (Holanda) debido a una beca que le había sido otorgada. Ya tenían todo preparado cuando Nuria recibe una terrible noticia: su padre tenía leucemia. Juan Jesús se da cuenta que ahora es quien debe apoyar a su pareja, así que cancela su viaje. Nuria dedica sus días a cuidar a su padre y poco a poco se van separando, hasta llegar al divorcio. Después de esto, dejaron de saber el uno del otro, hasta que un día Juan Jesús se entera de la muerte del señor Benavides y que Nuria se mudó a Nueva York. Un año después, su amigo Tornillo le comenta que Nuria había regresado, vivía en la calle de Ámsterdam, en el Distrito Federal y que sería buena idea que le llamará. Y así lo hizo. Cuando ella le preguntó que en dónde estaba, él respondió “En Ámsterdam”, lo cual técnicamente no era mentira, pues llamaba de un teléfono público que se encontraba frente al edificio de ella. Con cada llamada, Juan Jesús se fue dando cuenta que Nuria había hecho su vida aparte. Se arrepintió de muchas cosas que hizo y de otras que no hizo; sin embargo, ya no podía volver el tiempo atrás.


En lo personal, está historia me pareció buena, ya que muestra una realidad: que no necesariamente porque dos personas se amen significa que estarán juntas por siempre. Juan Villoro nos presenta la biografía de los personajes, su psicología y qué es lo que persiguen; y esto permite que el lector pueda entender el porqué ellos actúan de cierta manera. 

domingo, 23 de febrero de 2014

Película "Curvas de la vida"



“Curvas de la vida” (Trouble with the curve) es una película del director Robert Lorenz, estrenada en el 2012 y cuyos protagonistas son Clint Eastwood, Amy Adams y Justin Timberlake.


La historia gira en torno al beisbol, deporte que apasiona a Gus Lobel (Clint Eastwood). Durante años, él ha sido reconocido como uno de los mejores cazatalentos del equipo Atlanta Braves; sin embargo, el paso del tiempo ha comenzado a dejar huellas: su visión poco a poco ha ido empeorando, dificultándole realizar su trabajo. Además, sus jefes quieren despedirlo por dos razones. La primera es debido a su edad; y la segunda es que él no ve al beisbol de la misma manera que ellos, es decir, como un negocio en el que sólo importa generar dinero. Ellos quieren aprovechar que su contrato está a punto de terminar, pero no sin antes enviarlo a Carolina del Norte para descubrir un posible nuevo talento: Bo Gentry.
Es importante mencionar que esta película no sólo nos muestra el aspecto profesional de Gus Lobel, sino también el personal, especialmente la relación que tiene con su hija Mickey (Amy Adams), una gran abogada que está a un paso de convertirse en socia de una firma. Ella, por más que ha intentado, no ha podido tener una relación cercana con su padre desde la muerte de su mamá. A pesar de ello, al saber la condición física de su padre, decide acompañarlo en su viaje.
Ahí se encuentran con Johnny “Flames” Flanagan (Justin Timberlake). Él es un antiguo beisbolista descubierto por Gus pero que debido a una lesión ahora es un joven cazatalentos quien también va a evaluar a Bo Gentry. Johnny muestra interés en Mickey, por lo que la ayuda a superar algunos problemas y a que se dé cuenta de cosas valiosas que hay en la vida y que antes no veía.
Pasan los días, y cuando llega el momento de decidir si ofrecerle o no un contrato a Gentry, Gus les comunica a sus jefes y amigo Pete Klein (John Goodman) que no lo hagan; y le aconseja a Johnny hacer lo mismo. Sin embargo, el equipo Atlanta Braves no hace caso. Gus se siente decepcionado y enojado; mientras que Johnny siente que fue traicionado. Por su parte, Mickey antes de regresar a casa, descubre de manera inesperada a Rigo Sánchez, un joven de origen humilde que sin duda tiene un gran talento para el beisbol. Lo lleva para que el equipo de Atlanta Braves le haga una prueba, y cuando le piden enfrentarse a Bo, se dan cuenta de que Gus tenía razón.
Al final, Mickey decide que ya no quiere convertirse en socia de la firma y prefiere seguir los mismos pasos de su padre, ya que para ella el beisbol también es su verdadera pasión. Además, inicia una relación con Johnny. Por su parte, a Gus se le pide que continúe trabajando para Atlanta Braves, pero él no está seguro pues aprecia el deporte por encima del dinero.


En lo personal, “Curvas de la vida” me parece un buena película pues, si bien la historia tiene como base el beisbol, lo importante de ella es observar las relaciones que tienen sus personajes y cómo éstas los van transformando. Primeramente está Gus con su hija. El viaje los une porque finalmente se sinceran el uno con el otro, hablan sobre el pasado, se dan cuenta que son muy parecidos y que el que hayan estado distanciados no significa que su amor haya desaparecido. Gus logra perdonarse así mismo por sus decisiones y comienza a aceptar que el envejecer no  es malo, simplemente es otra etapa de la vida. Por otra parte, el que Johnny haya aparecido, significó para Mickey algo muy importante, pues le hizo ver la vida de otra manera, que el mostrar sus sentimientos no significa debilidad.

Es así que la película muestra el impacto que pueden tener ciertas relaciones y la importancia de la comunicación.